sábado, 10 de diciembre de 2011
miércoles, 5 de octubre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
NOTA EN LA REVISTA DEL SUTEP
Fundacion A M Justo
Parte de la nota a la Fundacion en la revista del Sutep:
La Doctora Alicia Moreau de Justo nació en Londres en 1885 y llegó muy pequeña a la Argentina. Se recibió de maestra, profesora de ciencias y se graduó de médica en 1914. Fue una de las primeras médicas del país.
En 1922 se casó con Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista Argentino. En 1906 fundó el primer Centro Feminista y fue una de las organizadoras del Primer Congreso Femenino Internacional.
También fundó la Confederación Socialista Argentina y la Fundación Juan B. Justo las cuales presidió hasta su fallecimiento, ocurrido a los 100 años de edad, el 12 de mayo de l986.
Fue una mujer política que mantuvo el ideal socialista durante toda su vida, fue
feminista, pacifista e incansable defensora de los derechos humanos.
La directora de la fundación y gran amiga de Alicia, la Ing. Elena Tchalidy, declarada personalidad destacada de la Ciudad de Bs. As. en el campo de los Derechos de la Mujer el pasado mes de Junio, sostiene “lo importante es no confundir el feminismo con la lucha contra el hombre o como lo contrario del machismo”.
Parte de la nota a la Fundacion en la revista del Sutep:
La Doctora Alicia Moreau de Justo nació en Londres en 1885 y llegó muy pequeña a la Argentina. Se recibió de maestra, profesora de ciencias y se graduó de médica en 1914. Fue una de las primeras médicas del país.
En 1922 se casó con Juan B. Justo, fundador del Partido Socialista Argentino. En 1906 fundó el primer Centro Feminista y fue una de las organizadoras del Primer Congreso Femenino Internacional.
También fundó la Confederación Socialista Argentina y la Fundación Juan B. Justo las cuales presidió hasta su fallecimiento, ocurrido a los 100 años de edad, el 12 de mayo de l986.
Fue una mujer política que mantuvo el ideal socialista durante toda su vida, fue
feminista, pacifista e incansable defensora de los derechos humanos.
La directora de la fundación y gran amiga de Alicia, la Ing. Elena Tchalidy, declarada personalidad destacada de la Ciudad de Bs. As. en el campo de los Derechos de la Mujer el pasado mes de Junio, sostiene “lo importante es no confundir el feminismo con la lucha contra el hombre o como lo contrario del machismo”.
domingo, 5 de junio de 2011
viernes, 13 de mayo de 2011
lunes, 7 de marzo de 2011
EL DIA DE LA MUJER NO SE FESTEJA.LIC.GRACIELA GONZALEZ
El día de la mujer no se festeja
Es un día para recordarle al mundo que como humanas tenemos derechos, un día para celebrar los ya instalados y seguir luchando por visibilizar los que faltan
Un día para insistir porque:
• la violencia de todo tipo es un asunto de políticas públicas.
• deben tener condena social y penal (Ley 26.485) los apologistas de la violencia, los discriminadores, los violentos, quienes cosifican a las mujeres, quienes les pagan menores sueldos, los pedófilos, etc.
• sin cliente no hay trata o prostitución
• debemos hacer un mundo seguro para todos nuestrxs niñxs: sin abuso, sin violencia, sin Sap.
• no es bueno para un hijx seguir en contacto con un padre violento
• las cuotas alimentarias deben ser pagadas y si no, deben ser sancionados legal y socialmente quienes incumplen
• los periódicos y demás medios de comunicación masiva deben dejar de usar lenguaje sexista y dejar de hablar de crímenes pasionales para usar la palabra que define estos casos: femicidio, porque las palabras importan.
• es hora de no ilustrar con caras de mujeres golpeadas , quemadas o muertas, sino con la cara de los violentos
• y finalmente es hora también de hacernos cargo todxs : autoridades, vecinxs que oyen demasiado tarde, profesionales que asisten estos casos con prejuicios, funcionarixs judiciales, periodistas, hombres y mujeres.
• Porque como dice Eduardo Galeano en La cultura del terror
La extorsión
El insulto
La amenaza
El coscorrón
La bofetada
La paliza
El azote
El cuarto oscuro
La ducha helada
El ayuno obligatorio
La comida obligatoria
La prohibición de salir
La prohibición de decir lo que piensa
La prohibición de hacer lo que sienta
y la humillación pública,
son algunos de los métodos de penitencia y tortura
tradicionales en la vida de la familia.
Para castigo de la desobediencia y escarmiento de la
libertad, la tradición familiar perpetúa una cultura
del terror que humilla a la mujer, enseña a los hijos
a mentir y contagia la peste del miedo.
Los Derechos
Humanos tendrían que empezar por casa…."
EDUARDO GALEANO. Uruguay.1989.
martes, 1 de marzo de 2011
EL EQUIPO DE ATENCION DE VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA ONG
EL EQUIPO DE ATENCION DE VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA ONG
(Reflexiones desde la trinchera)
Por Clelia Bercovich.
El modelo de abordaje para la atención de la violencia doméstica fue implementado inicialmente por ONGs de mujeres en Argentina a de inicios de los ochenta y fue asimilado más adelante por el estado. Sin embargo, aún falta mucho para el logro de una asistencia integral y eficiente.
En aquellos tiempos el trabajo a pulmón de las ONGs que asistían la violencia doméstica se surtía de una masa de trabajos críticos del psicoanálisis tradicional, novedosas producciones académicas que incorporaban otras visiones en torno a la construcción de subjetividad en las mujeres.
El trabajo voluntario, motorizado por utopías - crear un mundo más justo y democrático para los géneros- otorgaba sentido a los esfuerzos en tanto las profesionales se sostenían económicamente con el propio trabajo privado de sus consultorios. Había mucho por hacer para “sensibilizar y concientizar en el tema”. En ese punto del transcurrir-se, teoría y práctica no presentaban contradicciones. La violencia de género era uno de los emergentes más claros de un ancestral poder patriarcal que debía ser develado, descubierto y denunciado. La tarea brindaba legitimación identitaria tanto a la organización como a sus integrantes.
Los tiempos han cambiado, las “góndolas posmodernas” ofrecen ahora muchas teorías alternativas -ni tan totalizadoras ni tan tersas- pero, como no podría ser de otro modo, quiebran el dogmatismo de lo Unívoco. Cierta dosis de desconcierto es inevitable.
Violencia Doméstica hacia la mujer, discriminación social y subordinación del colectivo de las mujeres en el ámbito social, forman parte de la llamada “Violencia en base al género”.
Existen fenómenos subyacentes en el imaginario social, una subestimación teórica y política del tema resultan todavía efectivos a la hora de obtener avances significativos, los que deben materializarse en programas política y económicamente sostenidos, tales como multiplicar los refugios, recursos materiales y humanos capacitados, trabajo en redes y campañas permanentes de sensibilización y concientización, lo que aún no sucede de manera sistemática y desarrollada en nuestro país.
Buena parte de las expectativas se vuelca sobre los espacios asistenciales de las ONG, las que aún contando con valioso material humano especializado, funcionan de manera precaria por falta de apoyos tanto públicos como privados.
¿Qué nos sostiene ahora?
El fenómeno de la atención de la violencia de género al interior de una ONG no ha sido mayormente estudiado. Nos referimos a variables en juego, obstáculos y transformaciones, contexto y condiciones de producción de las tareas. Tampoco se han descripto suficientemente los esfuerzos cotidianos de supervivencia de los grupos de trabajo con tareas dirigidas a la comunidad. Mis apuntes en el tema, después de más de veinte años participando en ONGs de mujeres, provienen del aporte de observaciones y del propio debate interno sobre contexto, metas, cambios y conflictivas atravesadas por los equipos de trabajo durante décadas. Transformaciones, malestares, fracasos, obstáculos, desánimo y esperanzas. Y además, el privilegio de confirmar esa la magia que aún conserva el trabajo en función de la comunidad, que se trasunta en una acción reparatoria que alcanza a quien brinda sus esfuerzos.
Sin embargo, la mística que sostiene las organizaciones también sufre cambios. No puede ser la de comienzo de siglo; el “voluntarismo” de otrora ha sido desplazado por recursos humanos especializados y profesionalizados. El histórico trabajo “gratuito” de las mujeres no puede replicarse – como frecuentemente sucede- al interior de la ONg de mujeres, mientras lo denuncia y combate.
En ese marco de situación, a la luz de estas contradicciones, nos preguntamos ¿cuáles son las bases subjetivas de las profesionales psicólogas para sostener la pesada tarea de lidiar con el horror y lo siniestro que forma parte de los fenómenos que caracterizan la violencia de género? ¿Cómo se sobrevive material y subjetivamente en un escenario donde las ONG se transforman - y dejan de investir a quienes en la práctica “se las ven cotidianamente” con los afectados en riesgo? ¿Cuál la mística del ejercicio profesional en las ONGs en el marco de los cambios de las políticas institucionales que no privilegian dicha asistencia? Desde un inicial “serlo todo” en el tema, la atención de las afectadas pasó a constituirse en una instancia anacrónica y carente de mérito. El personal, aunque altamente capacitado, muestra diferencias en la formación específica que, de pronto, resultan “inadmisibles”, cuando “antes” no se estudiaron exhaustivamente las estrategias metodológicas o herramientas teórico técnicas necesarias y efectivas.
Si no se analiza la inserción del grupo de trabajo de asistencia dentro de las nuevas variables en la ONG se empuja a las prestadoras hacia la dirección del “retorno” del viejo modelo de “lo privado” del que salió cuando se legitimó en conjunto la vía institucional como modelo válido para el abordaje del tema.
Si el equipo de asistencia se aísla o resulta aislado del contacto con “el mundo exterior”- por considerarse su tarea tanto “especial” como “obsoleta”- puede terminar en estado de “revuelta incipiente”, cargado de malestar y resistencia. Apoyándose únicamente en su profesionalización, el ejercicio resulta asfixiante. El sector que contiene a las mujeres afectadas por el flagelo de la violencia doméstica, las profesionales, separado de las bases ideológicas, políticas y de los procesos de gestión institucional se identifica con las afectadas: a la devaluación que trae la mujer víctima se suma la de sus terapeutas.
Uno de los recursos que aparecen en el imaginario de la institución es “volver a las bases históricas fundacionales” a la manera de un caracol que se repliega frente a las amenazas , retrocede la capacidad de visión y prospectiva; el fermento de la rebelión de las integrantes desplazadas y aisladas busca algún sentido de existencia ; se trae a la memoria el “aspirar a lo que fuimos” o sea, siempre “arde la antorcha del voluntariado”, manteniéndose una cuota de idealización en la “entrega altruista”, valor típico y ancestral del estereotipo femenino tradicional. Como es de suponer, esta perspectiva no prospera.
Coexisten en el espacio asistencial el voluntariado, el discurso psicoanalítico, su meritocracia y sus emblemáticas; las representaciones de la práctica privada; la memoria militante; polémicas sobre quienes pueden o están habilitadas para desarrollar acciones. Las integrantes de una ONG se encuentran inmersas en un verdadero “cajón de sastre”. Ese escenario es un genuino generador de stress y alta conflictividad, ocasionando verdadero sufrimiento en los integrantes del equipo, al que se suma la atención la violencia, el contacto con el horror y lo siniestro.
En el espacio asistencial de la Ong se pueden detectar representaciones y percepciones de quienes han transitado- como en mi caso- la de atención de consultantes en violencia doméstica:
1) Referidas a presiones y demandas diversas (institucionales, económicas, de las consultantes, de la justicia, de las escuelas etc.).
2) de los grados de afectación por las bajas condiciones de seguridad de contexto.
3) Registros internos silenciados de desamparo, fragilidades correspondientes a la falta de recursos generales respecto de la atención, en la medida en que se funciona como “la parte por el todo necesario para asistir” (por ejemplo no hay vigilancia y las parejas violentas pueden merodear por la zona).
Heroínas en la trinchera
La falta de marcos de apoyo externo e interno de la tarea asistencial fomenta el aislamiento del grupo de las prestadoras, puede provocar un reforzamiento de la concepción de “heroicidad en la trinchera” de lo asistencial y de resignación en la lucha por mejores condiciones, entre ellas, eliminar el riesgo objetivo de consultantes y prestadoras.
Recomendaciones. Las prácticas saludables.
- Un equipo de atención de la violencia de género que asiste desde una ONG debe analizar permanentemente sus condiciones objetivas y subjetivas de existencia, su ideología y marco teórico al interior de la institución y su relación con otros sectores de la institución revisando sus competencias, deberes y derechos, el interjuego de roles, ideales, metas, historia, expectativas pasadas y presentes.
- El reconocimiento de factores de contexto silenciados y sus efectos: “la parte que se brinda no es el todo que se necesita” es el concepto que no debe dejar de tenerse en cuenta pues permite bajar a tierra y reducir la omnipotencia de las prestadoras.
- La uniformidad de criterios de funcionamiento se debe reflejar en el uso de un protocolo consensuado.
- Las diferencias personales y conceptuales son probables fuentes de crecimiento para el grupo de trabajo
- El ejercicio de la producción teórica y técnica también protege de efectos nocivos del “heroísmo en la trinchera”.
- La conducción debe estimular las fortalezas, iniciativas y creatividad y promover la salida del aislamiento individual y/o colectivo que suele revestirse de omnipotencia.
- Los equipos de trabajo deben realizar análisis periódicos con un analista psicólogo institucional para preservar a sus integrantes, elaborar los cambios y contener el stress que el mismo funcionamiento genera, fomentando la creatividad del grupo de trabajo.
Lic. Clelia Bercovich.
Experta en Violencia en base al Género.
Buenos Aires, 2011-02-24
(Reflexiones desde la trinchera)
Por Clelia Bercovich.
El modelo de abordaje para la atención de la violencia doméstica fue implementado inicialmente por ONGs de mujeres en Argentina a de inicios de los ochenta y fue asimilado más adelante por el estado. Sin embargo, aún falta mucho para el logro de una asistencia integral y eficiente.
En aquellos tiempos el trabajo a pulmón de las ONGs que asistían la violencia doméstica se surtía de una masa de trabajos críticos del psicoanálisis tradicional, novedosas producciones académicas que incorporaban otras visiones en torno a la construcción de subjetividad en las mujeres.
El trabajo voluntario, motorizado por utopías - crear un mundo más justo y democrático para los géneros- otorgaba sentido a los esfuerzos en tanto las profesionales se sostenían económicamente con el propio trabajo privado de sus consultorios. Había mucho por hacer para “sensibilizar y concientizar en el tema”. En ese punto del transcurrir-se, teoría y práctica no presentaban contradicciones. La violencia de género era uno de los emergentes más claros de un ancestral poder patriarcal que debía ser develado, descubierto y denunciado. La tarea brindaba legitimación identitaria tanto a la organización como a sus integrantes.
Los tiempos han cambiado, las “góndolas posmodernas” ofrecen ahora muchas teorías alternativas -ni tan totalizadoras ni tan tersas- pero, como no podría ser de otro modo, quiebran el dogmatismo de lo Unívoco. Cierta dosis de desconcierto es inevitable.
Violencia Doméstica hacia la mujer, discriminación social y subordinación del colectivo de las mujeres en el ámbito social, forman parte de la llamada “Violencia en base al género”.
Existen fenómenos subyacentes en el imaginario social, una subestimación teórica y política del tema resultan todavía efectivos a la hora de obtener avances significativos, los que deben materializarse en programas política y económicamente sostenidos, tales como multiplicar los refugios, recursos materiales y humanos capacitados, trabajo en redes y campañas permanentes de sensibilización y concientización, lo que aún no sucede de manera sistemática y desarrollada en nuestro país.
Buena parte de las expectativas se vuelca sobre los espacios asistenciales de las ONG, las que aún contando con valioso material humano especializado, funcionan de manera precaria por falta de apoyos tanto públicos como privados.
¿Qué nos sostiene ahora?
El fenómeno de la atención de la violencia de género al interior de una ONG no ha sido mayormente estudiado. Nos referimos a variables en juego, obstáculos y transformaciones, contexto y condiciones de producción de las tareas. Tampoco se han descripto suficientemente los esfuerzos cotidianos de supervivencia de los grupos de trabajo con tareas dirigidas a la comunidad. Mis apuntes en el tema, después de más de veinte años participando en ONGs de mujeres, provienen del aporte de observaciones y del propio debate interno sobre contexto, metas, cambios y conflictivas atravesadas por los equipos de trabajo durante décadas. Transformaciones, malestares, fracasos, obstáculos, desánimo y esperanzas. Y además, el privilegio de confirmar esa la magia que aún conserva el trabajo en función de la comunidad, que se trasunta en una acción reparatoria que alcanza a quien brinda sus esfuerzos.
Sin embargo, la mística que sostiene las organizaciones también sufre cambios. No puede ser la de comienzo de siglo; el “voluntarismo” de otrora ha sido desplazado por recursos humanos especializados y profesionalizados. El histórico trabajo “gratuito” de las mujeres no puede replicarse – como frecuentemente sucede- al interior de la ONg de mujeres, mientras lo denuncia y combate.
En ese marco de situación, a la luz de estas contradicciones, nos preguntamos ¿cuáles son las bases subjetivas de las profesionales psicólogas para sostener la pesada tarea de lidiar con el horror y lo siniestro que forma parte de los fenómenos que caracterizan la violencia de género? ¿Cómo se sobrevive material y subjetivamente en un escenario donde las ONG se transforman - y dejan de investir a quienes en la práctica “se las ven cotidianamente” con los afectados en riesgo? ¿Cuál la mística del ejercicio profesional en las ONGs en el marco de los cambios de las políticas institucionales que no privilegian dicha asistencia? Desde un inicial “serlo todo” en el tema, la atención de las afectadas pasó a constituirse en una instancia anacrónica y carente de mérito. El personal, aunque altamente capacitado, muestra diferencias en la formación específica que, de pronto, resultan “inadmisibles”, cuando “antes” no se estudiaron exhaustivamente las estrategias metodológicas o herramientas teórico técnicas necesarias y efectivas.
Si no se analiza la inserción del grupo de trabajo de asistencia dentro de las nuevas variables en la ONG se empuja a las prestadoras hacia la dirección del “retorno” del viejo modelo de “lo privado” del que salió cuando se legitimó en conjunto la vía institucional como modelo válido para el abordaje del tema.
Si el equipo de asistencia se aísla o resulta aislado del contacto con “el mundo exterior”- por considerarse su tarea tanto “especial” como “obsoleta”- puede terminar en estado de “revuelta incipiente”, cargado de malestar y resistencia. Apoyándose únicamente en su profesionalización, el ejercicio resulta asfixiante. El sector que contiene a las mujeres afectadas por el flagelo de la violencia doméstica, las profesionales, separado de las bases ideológicas, políticas y de los procesos de gestión institucional se identifica con las afectadas: a la devaluación que trae la mujer víctima se suma la de sus terapeutas.
Uno de los recursos que aparecen en el imaginario de la institución es “volver a las bases históricas fundacionales” a la manera de un caracol que se repliega frente a las amenazas , retrocede la capacidad de visión y prospectiva; el fermento de la rebelión de las integrantes desplazadas y aisladas busca algún sentido de existencia ; se trae a la memoria el “aspirar a lo que fuimos” o sea, siempre “arde la antorcha del voluntariado”, manteniéndose una cuota de idealización en la “entrega altruista”, valor típico y ancestral del estereotipo femenino tradicional. Como es de suponer, esta perspectiva no prospera.
Coexisten en el espacio asistencial el voluntariado, el discurso psicoanalítico, su meritocracia y sus emblemáticas; las representaciones de la práctica privada; la memoria militante; polémicas sobre quienes pueden o están habilitadas para desarrollar acciones. Las integrantes de una ONG se encuentran inmersas en un verdadero “cajón de sastre”. Ese escenario es un genuino generador de stress y alta conflictividad, ocasionando verdadero sufrimiento en los integrantes del equipo, al que se suma la atención la violencia, el contacto con el horror y lo siniestro.
En el espacio asistencial de la Ong se pueden detectar representaciones y percepciones de quienes han transitado- como en mi caso- la de atención de consultantes en violencia doméstica:
1) Referidas a presiones y demandas diversas (institucionales, económicas, de las consultantes, de la justicia, de las escuelas etc.).
2) de los grados de afectación por las bajas condiciones de seguridad de contexto.
3) Registros internos silenciados de desamparo, fragilidades correspondientes a la falta de recursos generales respecto de la atención, en la medida en que se funciona como “la parte por el todo necesario para asistir” (por ejemplo no hay vigilancia y las parejas violentas pueden merodear por la zona).
Heroínas en la trinchera
La falta de marcos de apoyo externo e interno de la tarea asistencial fomenta el aislamiento del grupo de las prestadoras, puede provocar un reforzamiento de la concepción de “heroicidad en la trinchera” de lo asistencial y de resignación en la lucha por mejores condiciones, entre ellas, eliminar el riesgo objetivo de consultantes y prestadoras.
Recomendaciones. Las prácticas saludables.
- Un equipo de atención de la violencia de género que asiste desde una ONG debe analizar permanentemente sus condiciones objetivas y subjetivas de existencia, su ideología y marco teórico al interior de la institución y su relación con otros sectores de la institución revisando sus competencias, deberes y derechos, el interjuego de roles, ideales, metas, historia, expectativas pasadas y presentes.
- El reconocimiento de factores de contexto silenciados y sus efectos: “la parte que se brinda no es el todo que se necesita” es el concepto que no debe dejar de tenerse en cuenta pues permite bajar a tierra y reducir la omnipotencia de las prestadoras.
- La uniformidad de criterios de funcionamiento se debe reflejar en el uso de un protocolo consensuado.
- Las diferencias personales y conceptuales son probables fuentes de crecimiento para el grupo de trabajo
- El ejercicio de la producción teórica y técnica también protege de efectos nocivos del “heroísmo en la trinchera”.
- La conducción debe estimular las fortalezas, iniciativas y creatividad y promover la salida del aislamiento individual y/o colectivo que suele revestirse de omnipotencia.
- Los equipos de trabajo deben realizar análisis periódicos con un analista psicólogo institucional para preservar a sus integrantes, elaborar los cambios y contener el stress que el mismo funcionamiento genera, fomentando la creatividad del grupo de trabajo.
Lic. Clelia Bercovich.
Experta en Violencia en base al Género.
Buenos Aires, 2011-02-24
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